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domingo, 29 de agosto de 2010

Declaratoria

(deja correr el vídeo al Final del Post antes de comenzar a Leer)

«Algunas cosas simplemente son como son.»



Este post no es un escrito común. Es un archivo declaratorio y liberatorio. Que comienza así:

Recuesto mi cabeza a la almohada y dejo que mi mente dibuje tu retrato en la pizarra color porcelana al que llamo "el techo de mi habitación". Con tu retrato en él y tu sonrisa incansable sonriéndome, logro certificar que la existencia de tu mirada en mi vida es una irónica y satírica pregunta a la cual no puedo encontrarle respuesta.

He tratado de seguir tu camino, tus pasos, tus huellas; mas sin embargo, a cada paso que das, difuminas los rastros y se me hace complicado y complejo descifrar hacia dónde caminas. ¿Cual será tu destino? ¿Cuál será mi Paradero? ¿Hacia dónde te diriges? ¿Hacia dónde me dirijo?

«Algunas cosas simplemente son como son.»

Un sueño simplemente es un anhelo. Un anhelo simplemente es un deseo. Un deseo simplemente es una Carencia. Entonces, Tu simplemente eres ese Sueño.

Podría jurarme a mi misma que dentro de éste trance al que me ha llevado la hipnosis de tu mirada, puedo ver tu mano escribiendo las preguntas en las murallas que encuadran mi realidad, en la pizarra color porcelana. Cada vez son más y más preguntas. Cada vez tengo menos y menos respuestas. Lo difuminado de tus huellas y tus palabras no me dejan hacer paráfrasis de aquello que dices.

He tratado de romper las barreras que se encuentran entre tu y yo, he tratado de derrumbar las paredes que a diario armas, a diario construyes. No existen palabras precisas para explicar aquello por lo que me he esforzado para conseguir. No puedo conseguir las respuestas a todas aquellas preguntas que llevas dentro, esas mismas preguntas que colocan cada ladrillo para creer que separas tu vida de la mía, mientras que tu mirada me grita que no es lo que deseas hacer.

¿Si no es lo que deseas, Por qué lo haces?

Ladrillo a ladrillo vas desarmando mi alma, mi corazón y mi razón, mientras que hablas de un pasado retórico conjugante y actual; un presente sin bases ni sustentos, sin una explicación para saber que hacemos aquí. Un presente atado a un futuro que no ha llegado y sin saber cuando llegará.

«Algunas cosas simplemente son como son.»

He escrito preguntas en tu techo, en tu mirada, en tu corazón, pero jamás le has dado contestación. He dibujado corazones en tus razones. He clavado mi alma en tu mirada, sin conseguir nada. He camino en dirección contraria y he volteado a ver si me sigues, solo consigo que te detengas y me mires, sin decir una palabra ni una oración. Simplemente callas sin ninguna contemplación.

Tu silencio redacta un nuevo libro, una nueva historia donde los personajes somos dos: Tu y yo.

«Algunas cosas simplemente son como son.»

Esta noche, al posar de nuevo mi cabeza en la almohada, no dejaré de soñar, no dejaré de anhelar, no vas a faltar. Seguirás siendo el sueño que cubre cada noche con tu sutil sonrisa, tu tenue mirada clavada en mis pupilas, y tu voz susurrante a mi oído "aguarda un poco más".



Esta noche serás tu el sendero correcto por el cual debo caminar.
No me he de rendir. Mi historia volverá a aparecer con tu nombre junto al mío,
y Volveremos a ser las personas que queremos ser.
Esta noche es lo único que necesito para volver a vivir... Sólo esta noche.

domingo, 1 de agosto de 2010

Mesa para dos

Son las 08:00 p.m. y el color infinito se ha adueñado de cada rincón inadvertido del cielo, mi cielo, tu cielo.



La brisa roza mis mejillas quemándolas de frío, de calor, de nada tal vez. Una mesa a mitad del salón sin techo, con una vela en el medio y dos sillas acompañantes. Una par de copas, un par de platos, una botella. Sin embargo, una sola persona.

--¿Para qué he traído mesa para dos cuando no estas aquí?--. Pregunta que he repetido mil veces dentro de mi cabeza mientras que pongo los pies en el suelo --O en el tejado-- Y prosigo a caminar hacia la baranda que divide la vida y la muerte en esta azotea del edificio mas alto de la ciudad.

Poso mis antebrazos en el pasamanos y decido observar la vida cotidiana mientras comienzo incinerar las esperanzas de que solo un artificio te haga aparecer.

Solo consigo música ruidosa e inentendible, gritos, cornetas, luces, transeuntes diminutos desde aquí, y un millón de deseos distorsionados por el sonido a núcleo urbano.

Las luces de neón se difuminan entre la altura, y los caminantes nocturnos, aquellos que han decidido encontrar sus sueños perdidos dentro de gabinetes en una oficina, dentro de un basurero sucio y mal oliente, o de pie en una esquina tras la espera que el azar las lleve hasta un motel donde el placer y el dolor llevan el mismo nombre, se ven aún mas distantes, difuminadas y desvanecidas entre los automóviles de aquellos que manejan sin rumbo hasta encontrar un lugar para dormir.

Entre todos aquellos caminantes que no logro indentificar a metros de separación, roba mi atención uno en especifico. Camina de un lado a otro como en espera de algo que no sucede, de algo que no llega, de algo que no encuentra, y que busca desenfrenadamente. Coloca sus manos en la cabeza, en su frente, en su espalda. Mas no consigue sentirse en tranquilidad. Espero que pueda encontrar aquello que necesita, espero que pueda encontrar lo que yo necesito; una fórmula para entrar a tu corazón cerrado y clausurado por fantasmas de un pasado remoto.

Subo la mirada del infierno al cielo y observo nubes de todos los colores ocultando la infinitud de firmamento, creando un velo de tristeza sobre la ciudad hundida en los delirios nocturnos como cualquier capital.

--¿El cielo llora o son mis ojos?--.

Dos gotas de lluvia se escurren por mis mejillas, aunque el cielo está seco y sin intención de desprender gota de agua alguna.

--Definitvamente no es el cielo quién llora--. Callo y pienso.

Veo como aquellas dos lágrimas caen del vértice de mi rostro y deciden suicidarse lanzándose hacia el abismo, hacia la guerra, la tierra.

De nuevo alzo mis pupilas al cielo y los cúmulos han dejado colar Una Estrella y La Luna. Una muy cercana a la otra. Hasta juraría que se hacen compañía.

Detengo mi atención entre estas dos magnificencias del universo y pido un deseo. Corto. Breve. Exacto. Efímero quizá. "--Quisiera ser Luna, para tener a una estrella brillante de compañía. Quisiera ser Estrella, para acompañarte a ti cada noche de mi vida---"

En un instante las nubes habían ocultado de nuevo aquellos astros a los cuales admiraba y envidiaba a la vez, mientras que el hielo se hacía agua esperando tu llegada.

Dispongo mi mirada a la nada mientras que un suspiro brota de mi alma, y sin quererlo pienso en ti de nuevo, como siempre.

Mientras que mis ojos están dirigidos a la nada, escucho el rechinar de la puerta de las escaleras de "Salida de Emergencias" y el sonido distrae mi atención.

Viro mi cabeza a mitad mientras que mis antebrazos continúan reposando en el barandal y en la mitad de un segundo le agradezco a la luna y a la estrella haberte traído hasta aquí.

Eras tu, tu ese transeunte que no lograba identificar a distancia. Esa misma persona que caminada de un lado a otro tratando de encontrar aquello que necesitabas, aquello que a mi me sobra para darte. Amor.

Frente a ti tomo tus manos y miro fijamente tus ojos, mientras que el cielo se ha despejado por completo y La Luna y La Estrella son un espejo nuestro en el cielo.

Acerco mis manos a tus mejillas y con un suave beso te doy la bienvenida y las gracias por haber llegado.

De manos tomadas caminamos hasta la mesa con un par de velas que he traído a mitad de la azotea, y sirvo en las copas el Champagne que dará rienda suela a nuestros deseos y a los artilugios de la noche encantada que aunque sé que solo tendrá sentido dentro de esta azotea, en el fondo de nuestros corazones, la noche no terminará jamás.

Te miro y sonrío sentados en esta Mesa para Dos.




--Brindemos Por Esa Estrella y La Luna que

te han traído esta noche sobre la Gran Ciudad,

Y que aunque salga el Sol, Esta Mesa será por siempre Infinita--