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domingo, 8 de febrero de 2009

As de corazones

Esta es la última jugada. Estoy en medio de un gran acertijo envuelto en cartas de corazones, diamantes, tréboles y espadas.



Estoy en medio de un enigma empaquetado de sorpresas. Jugando a ganarle a mi único contrincante...., el Amor. La última carta y la última oportunidad de vencer a la suerte que es tan contradictoria en este desafío de cartas lanzadas a la mesa, al cual también llamamos Amor.

No queda más que esta oportunidad de enfrentar al azar.

Con esta sola carta podría jugarme la vida entera. Podría jugarme el boleto de primera fila a la felicidad, como también a la melancolía. Con esta sola carta podría jugarme el pasaje del primer avión hacia la Libertad, cómo también a la Esclavitud de aquellas cadenas que ni son mías ni son tuyas, y aún así, estaría bajo el yugo de su poder.


Queda una baraja. Un sólo naipe que lleva entre lineas mi nombre tatuado en él. Solo queda el
As de Corazones.

Me arriesgo y de esta manera, lo lanzo al tablero de juego.

Espero con cautela el naipe como respuesta de mi hábil contrincante, que hasta ahora no había juego que perdiera. Mientras la espera, mi As de Corazones se llevaba toda mi gallardía, valentia e imponencia consigo al tablero de juego, haciéndose total dueño de él.

Este era el último chance y momento propicio para que el Amor pudiera ganar, si tenía un naipe que desafiara con capa y espada a mi As de corazones.

Paciente y fijamente lo observo a los ojos. Cruzo miradas con mi querido adversario, y con una ligera sonrisa en el rostro, coloca su carta boca abajo en la mesa.

Yo casi sin palabras, sin aire, con una respiración agitada, continúo con mi mirada clavada en aquella carta que todavía permanece boca abajo.

El Amor se reía en mi cara.

Yo, yo no podia evitar aquella ligera sonrisa entre miedo y seguridad que poco a poco se dibujaba en mi rostro.

Por fin se decide a voltear la carta. Coloca su mano sobre ella. Carta que sería opositora a mi As de Corazones.

«Nerviosa?»
- me dijo-.


«¿Debería yo de estarlo?» -Rápidamente le repliqué-.

«Tal vez si, tal vez no. Sólo lo sabrás cuando voltee esta carta, que es tu pasaje desconocido» -Respondió tratando de ganar tiempo-

«Nervioso aparentas estar tu, ya que no terminas de voltear la carta. Tienes algo que perder?.»


«Muy astuta. Acabemos con esto de una vez.» -Terminó por contestarme-.



El Amor colocó su mano sobre aquella baraja boca abajo, y con un ligero movimiento de muñeca, la colocó boca arriba. Yo sentía que mi corazón palpitaba tan fuerte como el galopar de cienmil caballos sueltos de rienda por la sutileza del llano. Pero aún así, no le demostré jamás que mi respiración se acortaba y que mi aire comenzaba a faltar.

El Amor retiró su mano de aquel naipe, dejándo que mis ojos observaran con detalle esa carta rival. Después de varios segundos mi corazón volvió a palpitar establemente, y así, logré mirarlo de nuevo a los ojos.

«Has ganado esta vez» - me dijo-.

«2 de Trébol? Por qué no lo mencionaste antes?» -Respondí-.


«Sencillo querida Amiga. Porque si Yo, llamándome Amor, te hubiese colocado las jugadas sencillas, básicas, fáciles, elementales y evidentes, tu corazón jamás hubiese palpitado como cual galopar de cienmil caballos, tu respiración jamás se hubiese cortado, y tu aire nunca hubiese faltado. Y de ser así, jugarse la vida, la libertad, no tendría el valor que tiene ahora» -Contestó-

-Después de varios segundos repliqué- «Cómo supiste que mi corazón palpitaba fuertemente, y que mi respiración se debilitaba con aquella sonrisa de seguridad en tu rostro?»

«Pues lo sé porque el Amor todo lo puede y todo lo vale. Tu mirada deletreaba tu temor, mientras que tu, hacías el esfuerzo porque yo no notara tu preocupación. Ya has ganado, tienes el camino libre para andar, y no olvides recordar, Que el tatuar tu nombre en el As de Corazones te hizo ganar, mantén esta carta en tu caminar, y por siempre al Amor le harás de triunfar.».


Un As de Corazones cambió mi vida, y ahora no hay jugada que me tome desprevenida.
Este As de corazones está tatuado en mi corazón, y me ha enamorado la razón.
Arriésgate siempre por el Amor, y sabrás que siempre tu serás el vencedor.
Con un poco de coraje y temor al lanzar, con seguridad aquella carta siempre te hará ganar.