BLOGGER TEMPLATES AND TWITTER BACKGROUNDS »

miércoles, 30 de septiembre de 2009

Que bendicion

Las miradas se entrecruzan y van formando lazos entre aquellas pupilas que arden como hoguera silente, mientras que mi corazón va descansando dentro de aquel camposanto en mitad del caserío.

Anteriormente no había detallado la lumbre de tus ojos destallarse, sino hasta que encontraste aquella mirada volcánica derramándose en ti.
¡Qué infortunio que no fuese la mía!



Posiblemente me cuelgue al ras de tu vida desde los extremos que separan el norte del sur en tu corazón. ¡Mira qué bendición! Se aman, y no hay razón.

Desde luego, observar la avalancha de tu ser diseminarse dentro de las entrañas de otro viviente no es nada satisfactorio al corazón, pero
¡Mira que bendición! Se aman, y no hay razón.

Tal vez he sido tan egoísta. Quizá debería ser más altruista.

No quiero sobresalir como filántropa. Es tan basto y tosco pensar en que Amar lo que no me corresponde mientras que más te clavas dentro de mi suspiros, es tan contradictorio como llevar a un niño a la heladería a "ver" como las personas disgustan su helado, y él sin uno de ellos.

Es probable que en un momento de sensatez me sincere contigo y conmigo misma dejando caer un par de lágrimas más mientras mis ojos llorosos te gritan en silencio "Amaré lo que amas". Obvio y notorio. Aprenderé a Querer aquello que hace días aborrecía de fiel realidad; pero,
¡Mira qué bendición! Se aman, y no hay razón.

De seguro esto debe ser una lección. Por supuesto, también le duele al corazón.

"Amar lo que no te corresponde". Una frase con tanto sentido y tan absurda a la vez. ¿Cómo explicarle a los sentimientos que no es para mí?

¡Qué suaves tus maneras! ¡Qué sutiles tus palabras! ¡Qué frescas tus risas!... Cuando estás allí, de la mano a quién hace estremecer tu alma.

"Para el que ama, nada es demasiado". Todo es demasiado corto, nada es demasiado largo. Todo es demasiado básico, nada es demasiado profundo.

Todo huele a ti, nada te trae a mi.

Mientras que la resignación se adentra en lo más profundo de mis pesares sin su pésame, va creando en mí la sumisión absoluta a las palabras ya dichas y los hechos manifiestos que sin duda alguna llegamos ambos a la conclusión: ¡Mira que bendición! Se Aman, y no hay razón.

Envidia. Sentimiento de tirria, rabia, disgusto por el bien ajeno.

¡Qué envidia tan abominable!

Tiene todo lo que siempre soñé. Tiene todo aquello que siempre quise para mi. Tiene todo aquello que un día dije que sería mío. Y no está, y no estás.

Ingratitud. Falta de reconocimiento de los favores recibidos.

¡Qué ingrata me he convertido! Solo me ha hecho un favor más. Te quiere como mereces, le quieren como lo merece.

Tal vez, Quizá, deba dejar de pensar en mí únicamente y prometerte a ti y a mi misma que no rezumaré lamentos por las orillas de mis ojos.

Indudablemente sé que es difícil de creer, mucho más de aceptar, pero jamás lograrás tener similitud si quiera con lo complicado y complejo que es tener expresar entre sollozos y lamentos sinceros: "Amo tu dicha y bienestar, aunque venga sujetada de su mano". ¡
Mira que bendición! Se Aman, y no hay razón.

Esta vez coloco un "punto y coma" en nuestra historia sin saber que escribirás tu después.

Las miradas se entrecruzan y van formando lazos entre aquellas pupilas que arden como hoguera silente, mientras que mi corazón va descansando dentro de aquel camposanto en mitad del caserío.




¡Tu, Mi Bendición! Te Amo, y no hay razón.